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Algunas casualidades me sorprenden. Leyendo El Profesor del Deseo de Philip Roth entendí mucho sobre el lenguaje inteligente y sobre el humor en las novelas. Me percaté también de muchos paralelos entre David Kepsh (protagonista del libro) y Martín de Romaña, un personaje exquisito a quien nunca olvidé cuando en el año 1999 leí por primera vez ese libro en una edición pequeña prestada por mi amigo Aldo. Once años después, estoy releyendo el Cuaderno Azul, y pienso que quizás, allá por los años setenta, pudo caer en las manos del maestro Alfredo Bryce el Profesor del Deseo (1977), o tal vez Mi vida como Hombre (1974), ambas novelas básicas de Roth.
Ello es relativo, pues ambos escritores comparten orígenes particulares. Ambos nacieron y vivieron en un entorno cerrado. En el caso de Bryce, su familia era sumamente rica, tradicional (con un antepasado que fue Presidente incluso) y católica; prácticamente un ghetto si tenemos en cuenta el país en el que vivía. Roth nació en una familia judía de Newark, Nueva York, lo cual lo hace particular; con ese espíritu particular de comunidad que tienen los judíos en cualquier lugar del mundo. En ambos autores los embrollos sexuales son sumamente importantes en su obra, con menciones directas al psicoanálisis en sus líneas, en muchos casos utilizando con profundo equilibrio el humor. Roth exploró este tema de forma extensa en su novela El Lamento de Portnoy publicada en los sesentas. Y ambos siguen dándole a la pluma, y uno que sigue esperando encontrar más casualidades, y más novelas por supuesto, pues siguen publicando como si el mundo se fuera a acabar.
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